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Descubre los secretos del juego de Garri Kasparov
    Acerca de las clases

    El Ajedrez en la Unión Soviética

    Los Palacios de los Jóvenes Pioneros eran centros destinados a fomentar el trabajo creativo, el entrenamiento deportivo y las actividades extracurriculares del alumnado que desde 1924 se fueron creando en las grandes ciudades de la Unión Soviética. En 1971 había más de 3.500 Palacios de los Jóvenes Pioneros en el país.

    Los Palacios de los Jóvenes Pioneros se organizaban en secciones y grupos de aficiones especializados. Los programas educativos dentro de los grupos de jóvenes fueron diseñados con la intención de que no duplicaran los programas escolares. Los grupos eran organizados por la edad, de manera similar a la escuela y la inscripción era totalmente gratuita. La tarea educativa en los Palacios fue diseñada para fomentar los intereses de los niños y las actividades de desarrollo del talento. Se practicaban diferentes deportes, y se formaban grupos por aficiones culturales y educativas, técnicas, políticas o artísticas. Tras la desintegración de la Unión Soviética, la mayoría de los palacios de los pioneros cerró. Algunos reabrieron sus puertas como centros de juventud, pero la inscripción dejó de ser gratuita.

    El Palacio de Jóvenes Pioneros de Bakú se creó a principios de los años 50 y su círculo de ajedrez formó a más de 300 jugadores de primera categoría. El ajedrez tiene fuertes raíces en Azerbaiyán que se remontan al siglo VI. Hay muchas alusiones a él en las obras de los poetas del siglo XII. El juego moderno llegó a Bakú de la mano de los hermanos Makogonov, Vladimir y Mijail, en la década anterior a la Gran Guerra Patriótica. En los años 80 había unas 20 escuelas de ajedrez en la república de Azerbaiyán y revistas de ajedrez en dos idiomas. En el Palacio de Pioneros de Bakú había 12 instructores de ajedrez en 1984.

    El ajedrez es visto por las autoridades rusas como una ayuda positiva para el estudio porque ayuda a desarrollar la memoria y favorece la concentración. A los niños se les enseñan los movimientos en el parvulario a los cuatro años, como si estuvieran aprendiendo un juego educativo. Esto demuestra que la actitud hacia el ajedrez de los primeros líderes soviéticos ha sido justificada.

    Hubo peligro de que el juego fuera prohibido después de la Revolución de 1917, por ser un derrochador pasatiempo burgués; afortunadamente, Lenin jugaba al ajedrez y también había leído a Benjamin Franklin, filósofo de la Revolución americana que escribió : «El juego del ajedrez no es simplemente una diversión ociosa; varias cualidades muy valiosas para la mente y útiles en el curso de la vida, pueden adquirirse y reforzarse por medio de él… ya que la misma vida es una especie de ajedrez.»

    Los ideólogos soviéticos vieron el ajedrez como una verdadera arma y una pieza viva de propaganda. Estimula los poderes del análisis lógico. Desarrolla «valiosas cualidades educativas». Con ocasión del primer gran éxito internacional de Botvinnik en Nottingham, en 1936, cuando empató con Capablanca, Pravda escribió: «Nuestros grandes líderes Marx y Lenin se dedicaron con entusiasmo al ajedrez en sus horas libres. Lo veían ante todo como un medio para reforzar la voluntad, un campo de entrenamiento para resolver y fortalecer la energía.»

    N. V. Krylenko, la figura más poderosa en el ajedrez soviético en los años veinte y treinta justificaba su valor social de esta manera: «En nuestro país, donde el nivel cultural es relativamente bajo, donde hasta ahora el típico pasatiempo de las masas ha sido la elaboración de licor, la embriaguéz y las peleas, el ajedrez es un poderoso medio de elevar el nivel de cultura general. En estas condiciones el crecimiento y la propagación del ajedrez es parte de la lucha por la cultura y se transforma en un arma política que no puede ser ignorada.»

    Fue gracias a la pasión por el ajedrez de los pioneros del ajedrez como Krylenko y la dedicación de grandes jugadores como Botvinnik, que el juego floreció como un pasatiempo popular en la sociedad soviética y adquirió condición oficial respaldado por grandes maestros. Esto fue una revolución. La imagen del jugador de ajedrez llegó a corresponder al ideal del hombre soviético, lleno de lógica, voluntad y decisión; el pensador y el hombre de acción se convierten en un solo hombre. Kasparov absorvió esta tradición cuando era un niño casi sin darse cuenta. Ciertamente nadie antes había hablado sobre el ajedrez en estos términos ideológicos. Para Garri era sólo el juego nacional, como el cricket para los ingleses, el béisbol para los americanos y el fútbol para el resto del mundo.

    El primer entrenador de Garri en los Jóvenes Pioneros fue Oleg I. Privoretsky, quien comentaba sobre su excepcional memoria para los movimientos y resultados de los encuentros del campeonato mundial y sobre su capacidad para aislarse totalmente de su alrededor mientras desenmarañaba complejos problemas. En su libro “Hijo del cambio”, Kasparov señala que “En una de las primeras sesiones me mostró una partida en la que pequeños peones salían victoriosos sobre lo que parecía un enemigo más poderoso. Esto me cautivó y desde entonces me ha gustado atacar. De niño tenía una secreta debilidad por el alfil. Una vez jugué una curiosa partida con Rostik Korsunsky en la que todas mis piezas se movían como el alfil y todas las suyas como el caballo.”

    El gran profesor de Kasparov fue Mijail Moysevitch Botvinnik, nacido en 1911, campeón soviético de ajedrez desde 1931, y campeón mundial tres veces entre 1948 y 1963, de quien, en la misma obra, Garri dice: “Estar bajo su guía personal fue el primer hito importante en mi carrera como jugador de ajedrez. No hay precio que yo pueda poner al valor de lo que me dio. Se decía justamente de Botvinnik que «él sabía ayer lo que nosotros sabemos hoy y él sabe hoy lo que sabremos mañana».

    Es a Botvinnik a quien la mayoría de la gente tiene en la mente cuando hablan de la llamada «escuela soviética de ajedrez. Éste es el estilo científico que personificaba ante el mundo exterior en las dos décadas posteriores a la guerra. Pero él siempre insistía en que el estilo no era estático o uniforme, incluso en la cumbre de la ortodoxia estalinista.

    La Escuela Botvinnik había empezado en 1963 como parte de la sociedad deportiva «Trud» y en su primera fase sólo duró dieciocho meses. Kárpov estaba entre los primeros alumnos. La escuela se abrió de nuevo en 1969, al principio muy silenciosamente, luego hacia 1975 empezó a llamar la atención cuando algunos de sus discípulos ganaron torneos importantes. Losev, Kharitonov y Akhsharumova se convirtieron en maestros; Akhmylovskaya fue un gran maestro y aspirante al campeonato mundial; Zaitseva fue la campeona femenina en Moscú; Yusupov y Dolmatov ganaron el campeonato mundial junior en sucesivos años, y Garik Kaspárov se convirtió en el campeón escolar de la Unión Soviética.