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Escalando al Olimpo del Ajedrez

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Escalando al Olimpo del Ajedrez #

Kasparov ganó por primera vez el Campeonato Juvenil (sub18) de la Unión Soviética con 12 años. Cuando jugó el Campeonato Mundial Juvenil (sub18) en Wattigny (Francia) tenía 13 años y quedó tercero. Defendió el título juvenil de la Unión Soviética en Riga, en enero de 1977 (con 13 años), obteniendo el tanteo más alto de la historia, ocho puntos y medio de un máximo de nueve, aventajando en dos puntos al segundo clasificado.

El momento crítico llegó en 1978, meses antes del decimoquinto cumpleaños de Garri. Su madre y él sabían que si no calificaba pronto para ser Gran Maestro ya podía ir pensando en encontrar otra profesión. Habían decidido hacer una amarga prueba, si fallaba, tendría que considerar el preparar otra carrera. Había prometido mucho, pero debía enfrentarse a los resultados.

Había aprendido de Botvinnik cómo estudiar el ajedrez, cómo encontrar nuevas ideas, seguir explorando en busca de nuevas ideas en todas las situaciones. Es un método científico, estudiando los viejos movimientos, luego tratando de mejorar las famosas posiciones, encontrando nuevas aperturas, nuevas variantes, nuevos métodos a mitad de la partida, un nuevo plan para toda la partida y muchas cosas más. Todo el mundo estudia las antiguas partidas de ajedrez, como el que aprende un idioma. Pero una vez que sabes el vocabulario tienes que usarlo, hacer tu propio acto creativo y, si quieres ser un campeón, éste ha de ser tu propio acto creativo, impreso con la marca de tu propia poderosa individualidad. “De repente comprendí esto. Era como un pájaro aprendiendo a volar, una gran liberación” (de su autobiografía).

El progreso definitivo llegó en dos gigantescos pasos hacia adelante. El primero fue ganar el trofeo A. P. Sokolsky Memorial en Minsk, contra 14 importantes jugadores internacionales, con unos asombrosos 13 puntos de un máximo de 17. Sólo necesitaba nueve puntos y medio para alcanzar la categoría de Maestro. Pocos meses después, en la ciudad letona de Daugapils, se clasificó en la cumbre de la liga soviética de ajedrez, lo que significaba, por supuesto, la cumbre de la liga mundial. En dos zancadas pasó de junior a senior, de la escuela primaria a la Universidad, de la categoría nacional a la internacional. Ya no había que volver a pensar en un futuro fuera del ajedrez. Kasparov tenía entonces 15 años.

En enero de 1978, con 15 años, ganó por primera vez a un Gran Maestro (en concreto, a Lutikov) en Minsk. Unos meses después en el torneo eliminatorio Otborochnii en Letonia ganó un puesto en la máxima liga.

El siguiente gran paso llegó unos meses después en Banja Luca (Bosnia y Herzegovina) en un torneo que empezó el día de su decimosexto cumpleaños, en el que participaban Tigran Petrosian y otros 13 Grandes Maestros más. Ganó el torneo sin haber perdido una sola partida y su segunda norma de Gran Maestro.

Por esta época había encontrado su propio estilo de juego. Todos tenemos un estilo diferente a causa de nuestras distintas naturalezas. El estilo refleja al hombre y Kasparov es un extremista, en la vida lo mismo que en el ajedrez, le gustan las complicaciones. Para ser creativo hay que ser aventurero, tener instinto, esto no exime de la necesidad de estudiar mucho. Por el contrario, se debe trabajar constantemente en la partida, en las aperturas y finales, con un profundo análisis. Pero nada en el ajedrez es sagrado. El ajedrez no es un cuerpo de conocimientos estático, es dinámico. A Garri le gustaba releer sus escritos sobre el ajedrez, los comentarios anotados de sus encuentros, le gustaba ponerlos al día porque deben ser un constante interrogatorio de viejas ideas. Ninguna enseñanza es perpetua, “yo soy un tipo normal, cometo errores y me gusta analizarlos”.

Mucha gente, en todos los países, no encuentra jamás su verdadero lugar en el mundo (lo que es una triste pérdida de recursos humanos) pero Garri era muy feliz porque sabía que ya había encontrado su verdadero lugar en el mundo, el ajedrez le gustaba desde su niñez, le gustaba estudiar el ajedrez, le gustaba la vida en torno al juego, los nuevos amigos, la atmósfera, la lucha…

La tarea más importante de ese año fue consolidar y mejorar con optimismo su posición en la máxima liga soviética, ya que relajarse puede ser peligroso en compañía de los Grandes Maestros soviéticos. Terminó tercero empatado con Balashov y por detrás de Geller y Yusupov.

A principios de 1980, Kasparov tenía 2595 puntos de Elo, 130 menos que Karpov, cuando fue seleccionado como reserva para la final por equipos del campeonato europeo en Skara (Suecia), junto con Kárpov, Tal y Petrosian, contribuyendo a la victoria contra Hungría.

Ese mismo año también participó en la Olimpiada de Malta:

“La vista de una Olimpiada nunca deja de excitarme. Toda esa gente de todos esos países, algunos ricos, otros pobres; algunos comunistas, otros capitalistas; pero todos compartiendo un entusiasmo común por el ajedrez. La sala se alarga tanto como el ojo puede ver y aloja en ella todos los colores y credos de la tierra. A primera vista parece ofrecer un perfecto ejemplo de cómo la gente del mundo puede competir unos con otros en amistad y paz”.

El 1 de enero de 1981 su clasificación había subido hasta 2625, mientras que la de Kárpov bajó hasta 2690.