Biografía de Arturo Pomar
Año de nacimiento: 1931 País: España ELO:
Gran Maestro de Ajedrez
Frente a frente, separados por un tablero de ajedrez se sitúan Alexander Alekhine, de 51 años, campeón del mundo por aquel entonces y una de los más destacados ajedrecistas de todos los tiempos; y un niño mallorquín de 12 años, Arturo Pomar, “Arturito” para la propaganda del régimen franquista, estrella en ciernes entonces. Se celebraba el primer Torneo Internacional de Ajedrez de Gijón y las partidas se disputaban en la sede del Club Astur de Regatas, de día en el pabellón de verano. Si se hacía de noche, la disputa continuaba en el Casino de la Unión. Alekhine y un crío, frente a frente. El maestro arranca con una Apertura Española. Pomar, con negras, opta por una sólida variante denominada Defensa Steinitz Diferida. El resto de la partida ya es historia, jaleada en la época por los medios de comunicación españoles y por la prensa internacional: el chaval firmó tablas con el número uno mundial, que si bien ya estaba en horas bajas, mantenía la aureola de los grandes. Tan es así que cobró 1.000 pesetas de la época y el alojamiento por participar en un torneo que nacía y que tuvo en el desarrollo de esta partida su gran espaldarazo. El ruso se había paseado por el torneo, no había perdido ni una sola partida. Y con Pomar, pese a la corta edad e inexperiencia competitiva del mallorquín, tuvo que emplearse a fondo. La primera sesión de juego, que se inició a primera hora de la tarde, duró cinco horas. La partida se reanudó tras la cena durante dos horas más y aún hubo que añadir una hora más a la mañana siguiente. Fueron ocho horas de lucha encarnizada en las que Alekhine incluso, según cuentan las crónicas de la época, estuvo por momentos acorralado. Al final, la partida acabó en tablas y el público asistente despidió a Pomar, que volvería al torneo, igual que Alekhine, un año después, con una estruendosa ovación.
Pomar tiene unas dotes excepcionales de intuición para llegar a ser un gran jugador de ajedrez. – Alexander Alekhine
Kotov, por aquel entonces entrenador de ajedrez en la extinta Unión Soviética, gran teórico de este juego, llegó a decir que de haber nacido en su país, Pomar habría aspirado al título mundial.
Arturo Pomar se alzó durante varios años con el título de campeón de España, pero su caída fue inevitable. No tuvo apoyos, el régimen franquista se olvidó de sus hazañas y se malogró para la posteridad un genio del ajedrez que no llegó a desarrollar todo su potencial. Fue un gran desperdicio para el ajedrez, su gran talento solo se da una vez cada 100 o más años, lastima por España también.
Román Torán, periodista deportivo y divulgador de esta especialidad, narra el recuerdo de esa partida en el prólogo del libro “Arturo Pomar, una vida dedicada al ajedrez”, de Antonio López Manzano:
Conocí los primeros pasos de Arturito cuando participó en el Campeonato de España de 1943, como subcampeón de Mallorca, pues el campeón, el doctor Ticoulat, no pudo desplazarse a Madrid. La actuación de “El niño del ajedrez” en el Torneo Nacional de 1943 -semifinal del Campeonato de España de 1944- y en el Torneo Internacional de Madrid del año 1943 dieron una gran propaganda al ajedrez. Yo, que apenas conocía algo más que el mate pastor, me convertí en un hincha de “Arturito” y en primera fila me encontraba cuando se iniciaron las partidas del Torneo Internacional de Gijón, mi ciudad natal, en 1944.
Torán trabó amistad con Pomar, con quien en esos días de estancia en Gijón salió a jugar a la playa e intercambió novelas de “El Coyote”, héroe de la época. “¿Cómo le conocí?”, explica el ajedrecista gijonés, “sencillamente, me acerqué a preguntarle el resultado de su partida, a lo que me contestó: “Hoy perdí,… sí”. Quise consolarle y no se me ocurrió cosa mejor que decirle: “Mañana ganamos”. Nos reímos y le invité a ir juntos a la playa. También recuerdo cómo lloraba “Arturito” cuando perdía una partida y a su madre diciéndole: “Arturito fill meu, ¡el rellotge!”.
Tras el torneo de Gijón, Alekhine se comprometió a facilitar unas semanas de entrenamiento a Pomar, que se trasladó con su familia a Madrid, a fin de que el chaval tuviera buenos adversarios:
Sin embargo, le faltó una buena dirección en su carrera, reducir su intensa actividad y prepararse mejor para los torneos. Porque obtuvo excelentes resultados, pero a costa de perder mucha energía. Además, era un punto abúlico, como si estuviera cansado de tanto ajedrez. – relata Torán en el citado prólogo.
De los logros de Arturo Pomar en los dos torneos de ajedrez de Gijón en los que participó dio cuenta en el diario “Voluntad” un conocido ajedrecista que firmaba sus crónicas como “Doctor Intríngulis”. Era el médico psiquiatra José Salas Martínez, padre de la científica Margarita Salas y una institución en el Gijón de la época, que disputó alguna partida de ajedrez con Pomar, de la que ha quedado memoria en distintas fotografías.
Muchos años más tarde, en Estocolmo, invierno de 1962, dos hombres de mundos opuestos se enfrentan sobre un tablero de ajedrez. Arturo Pomar, el niño prodigio de la posguerra que ahora trabaja como auxiliar de Correos en Ciempozuelos, encara su última gran oportunidad deportiva contra un americano joven, excéntrico y ambicioso: Bobby Fischer. Uno fue peón del franquismo; el otro lo será de la Guerra Fría. El gran duelo termino en tablas tras 77 movimientos.
Y después se vino la noche para Pomar, que por sus pobres condiciones económicas ya no pudo participar en más torneos de alto nivel. Qué gran desperdicio sin duda. Pomar poseía facultades para haber estado en lo más alto del ajedrez, pero la España de posguerra no era un escenario adecuado para su preparación. Antes, al contrario, sus cualidades fueron aprovechadas por el régimen para exhibirlo como muestra de una pretendida inteligencia superior española para este juego.
Nacido el 1 de septiembre de 1931 en Palma de Mallorca, emigró a Madrid en 1944 donde estudió en el colegio de Areneros, regentado por los jesuitas. Desde muy pequeño Arturo Pomar demostró condiciones innatas para el ajedrez: era un superdotado que a los tres años ya imploraba a sus padres que le enseñasen a jugar; a los cinco empezó a hacerlo con soltura y a los 11 se destacaba como subcampeón provincial.
En enero de 1946, Arturo Pomar viajó a Londres para participar en el torneo internacional organizado por el Sunday Chronicle, y el 9 de julio del mismo año logró en Santander el primero de sus siete títulos de campeón nacional, con 11 puntos, medio más que Medina, su más directo rival en aquellos años; conquistó los otros en 1950, 1957, 1958, 1959, 1962 y 1966.
Fue recibido por el dictador Francisco Franco y apareció como héroe nacional en el noticiario cinematográfico. Pero pasado estos momentos de gloria, las autoridades españolas se olvidaron de él. Ramón Serrano Suñer se ofreció a apoyarlo pero Franco envió a su cuñado al extranjero en misiones diplomáticas para obtener apoyo para su gobierno y nadie auxilió al joven Pomar, quien se quedó sólo y desamparado, de modo que por su baja condición económica terminó con sus sueños de grandeza en el mundo de los tableros.
Maestro internacional en 1950, la necesidad le llevó en 1952 a dejar en segundo plano la competición, mal pagada, para centrarse en las exhibiciones, que resultaban algo más lucrativas. Comenzó una extenuante gira por toda América -de Argentina a Canadá- que se prolongó casi tres años, llegando a hacer varias giras simultáneamente. En 1962 alcanzó la categoría de gran maestro, la más alta que concede la Federación Internacional.
Obtuvo una plaza de funcionario de Correos en Ciempozuelos, pero tenía que pedir excedencias sin sueldo para asistir a los torneos internacionales, a los que marchaba sin ayuda económica ni técnica. Por todo ello, nunca entrenó lo suficiente, su gran talento quedó truncado y se perdió sin remedio.
Su mejor clasificación data de 1967, cuando apareció en la lista de la FIDE en el puesto 40 del mundo con 2530 puntos ELO.
Disputó 12 Olimpiadas entre 1958 y 1980 y en la mayoría de los casos encabezó el equipo español. Sus mejores clasificaciones individuales en esta competición las logró en Leipzig 1960, en la que fue tercero, y dos años después noveno en Varna.
Se retiró de la competición en 1977. En abril de 2000, Pomar donó sus trofeos al Museo del Deporte de Mallorca.
En 2001 enviudó de Carmen Pérez, con la que se había casado en 1958 y de la que tuvo siete hijos, y en octubre de 2004 recibió en Calviá (Mallorca) la medalla de oro del comité organizador de la Olimpiada de Ajedrez.
Después de una vida dedicada al estudio y desarrollo del ajedrez, Pomar falleció el 26 de mayo de 2016 en Barcelona, a los 84 años.
Se puede concluir que fue abandonado en su mejor momento y que de haber nacido ruso habría sido Campeón mundial. Casi olvidado vivió sus últimos días, fue un prodigio desperdiciado.
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